Nace VÍA MURCIANA, una propuesta de cambio para la Región de Murcia

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El 9 de Junio de 1982 entraba en vigor el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, reconociendo con justicia el derecho de nuestro pueblo a gestionar y decidir su presente y su futuro, es decir, su destino.

Pero, ¿cómo ha gestionado la CARM el autogobierno durante estos 34 años? ¿La administración ha atendido al bien común o se ha limitado a buscar el beneficio de ciertos sectores afines a determinados partidos? ¿Se ha potenciado la preservación de nuestra historia y patrimonio cultural, o se ha hecho una completa dejación de funciones al respecto?

Echando un vistazo a la situación actual de la Región de Murcia, con un Mar Menor en estado terminal, con un sistema sanitario y educativo en horas bajas, con unos datos de emergencia social alarmantes, y unos casos de corrupción cada vez más escandalosos que evidencian cómo las administraciones se han puesto (y se ponen) sistemáticamente al servicio de unos pocos, se ofrece ante nuestros ojos la realidad de una CARM que ha fracasado como proyecto, si es que alguna vez contó con uno. Especialmente durante los más de 20 años de gobiernos del PP, hoy en tela de juicio ante la reciente acumulación de desatinos, corruptelas y promesas incumplidas.

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Estado del Mar Menor en 2016 (Imagen: Viajar sin billete)

Nuestras instituciones autonómicas llevan tiempo convertidas en una mera “delegación del Gobierno”; sobre todo en el momento en el que el signo político del partido gobernante en San Esteban coincide con el del inquilino de la Moncloa en Madrid, imposibilitando la correcta defensa de nuestros intereses, tal y como sería preceptivo, al verse supeditados sistemáticamente a los cálculos partidistas del momento.

¿Cómo podríamos explicar sino es desde ese nefasto sucursalismo la continuidad de los mismos retos sin solución durante décadas? El atraso del ferrocarril convencional, la supeditación del soterramiento a la llegada “inmediata” del AVE, la ausencia de proyectos para su llegada a Cartagena y Lorca, el olvido del “corredor mediterráneo”, la nefasta financiación autonómica, la lentitud con la autovía del Altiplano o la bahía de Portmán, la reclamación de la “deuda histórica” en función de quien gobierna en Madrid o la continuidad de los problemas hidrológicos tras el abandono interesado del “Agua Para Todos” con la llegada de Rajoy al poder –auténtico objetivo de aquella vergonzante campaña–, no dejan mucho lugar a las dudas.

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Vías sin soterrar en el barrio de Barriomar de la ciudad de Murcia (Imagen: Sindicato de Circulación Ferroviario)

Viendo los resultados de esta dinámica –que podemos considerar como un fracaso sin paliativos– ¿no sería hora de “repensar” la CARM a través de un proyecto de regeneración política, de búsqueda del bien común y de destierro del sucursalismo? Un proyecto imposible para una derecha atrapada en sus servidumbres y complejos, pero deseable para la necesitada izquierda murciana.

El murcianismo político y cultural de tiempos pasados tuvo una clara vinculación con el progresismo, desde los republicanos federales de Antonete Gálvez a las corrientes costumbristas-regionalistas de finales del XIX y principios del XX de los Vicente Medina, Andrés Baquero o Martínez Tornel, generación irrepetible cuyos sucesores (como Mariano Ruiz-Funes) tuvieron que hacer frente al exilio ante ese corte en nuestra historia que supuso el franquismo.

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Vicente Medina

Más tarde, buenas y malas decisiones, errores y aciertos, pero sobre todo la desidia de un progresismo murciano huérfano de aquella herencia, sumado a la falta del liderazgo intelectual del pasado, hizo que, aunque la izquierda participara activamente durante la Transición en el proceso autonómico, la “cuestión regional” haya sido para ella un elemento secundario en casi todo el periodo democrático.

Esto ha permitido a la derecha erigirse en supuesta “defensora de lo murciano”, a pesar de que los dirigentes históricos del PP en la región provienen en su mayoría de la antiautonomista Alianza Popular, algo que explica no sólo su superficial concepto de nuestro hecho regional, sino sus reparos a profundizar en él, como evidencia la casi nula promoción de los símbolos autonómicos durante estos años.

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Celebración del Día de la Región de Murcia 2016

Así, valiéndose del uso interesado y partidista de los problemas de esta tierra (como el agua) y de una patrimonialización de las tradiciones populares (sobre todo las de tipo religioso), el PP ha conseguido arrogarse un papel que no le corresponde. Y no le corresponde porque si el fracaso de estas dos décadas ha demostrado algo es que no han trabajado por el bien común de todos l@s murcian@s. Más bien al contrario, con ejemplos tan lamentables como el fallido aeropuerto de Corvera, el polvoriento parque Paramount o el desastre de la desaladora de Escombreras, para mayor gloria de Sacyr, Samper y Florentino Pérez respectivamente.

De esta manera hemos llegado a un punto de inflexión donde se hace imperativo (por necesidad democrática) desalojar del poder a una organización enquistada en las instituciones que ha pervertido el sentido último que se le dio a la descentralización autonómica. Por ello desde la izquierda tenemos el deber de plantearnos cuáles son los medios más efectivos para conseguir ese objetivo tan difícil como inaplazable. Ya que por desgracia, si ha habido una tónica general en el progresismo murciano reciente, ha sido la imposibilidad de construir una alternativa creíble que consiga batir la arrolladora maquinaria del PP.

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Campaña electoral del 2008: el engaño del «Agua Para Todos»

Independientemente de otras problemáticas y carencias, el progresismo de esta tierra viene desaprovechando una baza que constituye un principio elemental en toda sociedad consolidada: el refuerzo de la unidad y la identidad. Unidad como colectivo para avanzar juntos contra los problemas comunes que como pueblo debemos afrontar,  e identidad para poder dar con confianza los pasos necesarios para alcanzar un futuro mejor.

VÍA MURCIANA nace así de la convicción de que la izquierda va necesariamente unida a la defensa del pueblo y su idiosincrasia. Somos hombres y mujeres que provenimos del progresismo en todas sus manifestaciones actuales, al ser militantes o meros simpatizantes de muchas de las expresiones partidarias que hoy lo conforman, por lo que con toda lógica aspiramos a que el cambio que necesita nuestra sociedad venga a través de los principios y valores que representamos.

Pretendemos de esta manera que el progresismo murciano recupere su olvidado discurso regional como herramienta para disputar al PP su hegemonía social. Un objetivo que no se plantea tan solo desde una dimensión meramente “táctica”, sino desde el convencimiento de que reforzando la conciencia regional de los murcianos –uno de los aspectos en los que la CARM ha hecho una absoluta dejación de funciones– se generará un siempre positivo sentido de colectividad que consiga frenar las derivas antisociales e individualistas contrarias al bien común que han asolado nuestra Comunidad.

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Fiesta de las Cuadrillas de Barranda (Imagen: España es cultura).

Como afirma el dicho popular, “no se puede valorar lo que no se conoce”. El desconocimiento de nuestra historia, nuestra naturaleza, nuestro acervo lingüístico, nuestra cultura y símbolos es un campo abonado para perpetuar el esquema actual por el que una sociedad desarticulada y sin referentes acaba por verse sometida a los intereses de unos pocos.

Las autonomías surgieron durante la Transición no sólo como una forma de acercar las decisiones a los ciudadanos –que también–, sino para reconocer y valorar las peculiaridades de cada uno de los territorios españoles. Propósito éste completamente ignorado en nuestro caso (al contrario que las Comunidades de nuestro entorno), con un Gobierno regional más interesado en promover la tauromaquia que en procurar que nuestros jóvenes sepan quién fue Vicente Medina, poeta fundamental de cuyo nacimiento se cumplen 150 años y del que nadie en la Consejería de Cultura parece haberse acordado.

Por todo lo anterior es por lo que nace VÍA MURCIANA, plataforma de encuentro y debate a través de la cual pretendemos favorecer que el progresismo murciano afronte los problemas de este pueblo sin sucursalismos, que mime nuestras características y particularidades atreviéndonos a profundizar en la “cuestión regional”, consiguiendo así una sociedad comprometida con unos valores comunes que desplacen al individualismo neoliberal y rompan la hegemonía del PP. Una sociedad como la murciana que, si se ha hecho cada vez más conservadora en las últimas décadas ha sido como parte del engaño al que se le ha sometido. Ni nos han hecho más prósperos, ni más equitativos, ni han defendido mejor nuestros intereses. Acabemos ya con este fraude.

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